PATRIARCA DEL FOLKLORE ARGENTINO

PATRIARCA DEL FOLKLORE ARGENTINO

CHAZARRETA Y EL MARTIN FIERRO


Chazarreta y el "Martín Fierro"

La niñez y la adolescencia de Andrés Chazarreta transcurren en circunstancias nada extrañas en la biografía de un músico popular. Niño instintivo, ejecuta sin discriminación y sin profundidad lo que oye en torno; durante la adolescencia es músico de oído y continúa apegado al repertorio tradicional lugareño; después, el estudio del solfeo y el consiguiente conocimiento de las danzas de salón y de la música superior alejan al artista de su música local. Aunque en Chazarreta toda esta evolución se produce más tarde que de ordinario; la suya es una evolución ordinaria. Lo que no es común, lo que no se produce porque sí en todo tiempo, es el posterior retorno a las tradiciones nacionales, y mucho menos, cuando la ambición del país busca en Europa con entusiasmo sus modelos artísticos, sus costumbres, sus modas.
¿Qué obró en Chazarreta? Tiene 28 años y está tocando en su bandurria polcas y mazurcas en un conjunto para bailes de sociedad, y en su guitarra algún trozo de ópera. ¿En virtud de qué retorna al repertorio nativo?
Debemos al lector explicaciones especiales. En 1935 realizamos el viaje número 5 de los que organiza y costea hasta hoy el Instituto de Musicología de la Dirección General de Cultura del Ministerio de Educación y Justicia. Además de las melodías que grabamos o anotamos al dictado, de los instrumentos que adquirimos y de las fotografías que tomamos, trajimos varios cuadernos con datos y apuntes sobre diversos temas de investigación. En el cuaderno número 3 de ese viaje, página 15 —que se conserva hasta hoy en el archivo del Instituto de Musicología y puede ser consultado por los estudiosos—, se encuentra un apunte titulado "Andrés A. Chazarreta", y consiste en una encuesta biográfica de 17 páginas que preparamos y condujimos. Todas las respuestas que íbamos a necesitar 30 años después —ahora— fueron obtenidas entonces por nuestras preguntas. Creemos que es la biografía más extensa y rica en sustancia de cuantas se han escrito hasta hoy sobre Chazarreta. Parte de los datos que incluimos en estos capítulos proceden del cuaderno en que recogimos la expresión directa y espontánea del músico santiagueño; lo demás se debe a nuestras búsquedas de ampliación y de confirmación.
Por simple cuestión de método, sin prever la tesis sobre el origen del tradicionalismo que ahora sostenemos, hicimos a Chazarreta una pregunta sobre el motivo de su retorno al repertorio tradicional abandonado. La respuesta se encuentra en la página 19 del cuaderno citado y dice textualmente:
"El detalle que lo movió hacia el folklore fue la lectura de Martín Fierro, Santos Vega, Pastor Luna, Juan Cuello, Juan Moreira, y la representación de esos [dramas] en los circos, donde "Pepino el 88" cantaba canciones criollas, y también la presentación de una compañía mexicana en el teatro «25 de Mayo» lo que le sugirió llevar al teatro su compañía."
Estas son casi una por una las palabras del propio Chazarreta; se nota en la redacción por las añadiduras que alargan el período. Nos interesan todas las cosas que dice, pero una sola por sobre todas: "El detalle que lo movió hacia el folklore fue la lectura de Martín Fierro"...
El poema de José Hernández (1872 -1879) engendra en Buenos Aires el primer período del movimiento tradicionalista por sí mismo y a través de las novelas de Eduardo Gutiérrez (Juan Moreira, Santos Vega, etcétera) y del circo Podestá ("Pepino el 88"), como hemos visto en capítulos anteriores; el mismo poema, las mismas novelas y el mismo circo obran hacia 1905 en el espíritu del hombre necesario y lo lanza a una empresa superior a sus medios pero no a su fervorosa tenacidad. Quince años después Chazarreta levantará su telón en pleno centro de Buenos Aires y "el coro de las selvas y de las montañas" alzará en el tablado sus voces humildes y emocionantes.
La primera novela, hija directa del Martín Fierro, fue Juan Moreira; las otras —Santos Vega, Pastor Luna, Juan Cuello— reproducen el tema del gaucho perseguido, y son todas de Eduardo Gutiérrez. El primer drama gauchesco fue Juan Moreira —ya lo sabemos—; también se hicieron dramas de las otras novelas, dramas para el circo ambulante y mensajero. Pero el propio Martín Fierro, también viaja con el circo en su forma de drama criollo y, además, en la versión original del poema mismo. Lo recuerda el protagonista múltiple, el propio José Podestá ("Pepino el 88") en sus memorias:
"Cuando en los días de lluvia, no podíamos funcionar con el circo, aprovechábamos ensayando bajo techo."

"¡Me parece que estoy viendo aquel cuadro!"
"Mientras unos hacían equilibrios en el trapecio o en la cuerda floja, otros probaban su fuerza en flexiones, planchas y barra fija. Por un lado mi madre friendo tortas o pasteles, que los hacía muy requetebuenos, ayudada por mis hermanas Graciana y Amadea, que cebaban mate para todos; por otro lado se escribía correspondencia, o se estudiaba como si fuera una verdadera escuela. Cuántas veces en noches frías, puestos en rueda al calor del fogón, les leía "Martín Fierro", comentando su filosofía según nuestros alcances."
Pepe Podestá los instruía en el arte de ser argentinos entre extranjeros Porque, sin proponérselo, los extranjeros perdían sus tradiciones y las nuestras. Buena parte del milagro consiste en que el poema no fue hecho para eso; si lo fue, el autor no lo sabía.
Andrés Chazarreta se aleja de las polcas y las mazurcas y de las canciones forasteras intrascendentes y vuelve al recuerdo de sus comparsas de niños vidaleros y a las emociones adolescentes de los gatos y chacareras que punteaba en la guitarra. (Muchos años después, en 1950, hallé en los suburbios de Santiago una comparsa de muchachitos y quise grabarles las vidalas. Les pregunté dónde las habían aprendido. Me contestaron: —"Nos las enseñó don Andrés." A los setenta y cuatro años don Andrés enseñaba vidalas a los chicos, tal vez aquellas mismas.)
En su carácter de inspector de escuelas, Chazarreta hizo varios viajes por la campaña, y en los pueblos quietos de la selva se encontró con los grandes músicos de antaño —arpistas, violinistas, bombos— y con la plenitud de los repertorios tradicionales. Visitaba a los músicos, los llamaba a la casa donde se alojaba; Chazarreta, el artista músico, disfrutaba en silencio; Chazarreta, el empresario, entreveía alguna cosa. Corría el año 1906 y acababa de perder su puesto de inspector. Algún cambio de ministro...

CARLOS VEGA - Apuntes para la historia del Movimiento Tradicionalista-


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